¿Cómo elegir al protagonista?
El diseño dramático de “4 meses, 3 semanas y 2 días”.
Aquí tienes la versión en vídeo. Si prefieres leer el análisis, encuentras el texto (y material inédito) más abajo.
La creación de personajes
Vamos a desarmar 4 meses, 3 semanas y 2 días para entender cómo nos hace vivir la desazón de afrontar algo difícil, peligroso y triste. Y sin poder detenerse.
Si aún no has visto la película y no quieres spoilers, puedes encontrarla aquí.
¿De qué va la peli?
Gabriela es una mujer reducida por los nervios de tener que afrontar un aborto en medio de un gobierno totalitarista. Su amiga Otilia, astuta y determinada, se juega la vida para ayudarla.
Ambas son estudiantes (viven juntas). Y durante la película son víctimas de la situación, del régimen y de sus abusos. Pero no tienen un solo momento para lamentarse. Están a contrarreloj: el embarazo lleva demasiado tiempo y tienen una cita con un doctor para interrumpirlo.
El set up
Para graficar la situación de las chicas, la película abre con dos peces solos en una pecera. Aprendemos que no tendrán comida por dos días. En uno de sus lados, frente a cámara, la foto de una ciudad.
¿Por qué esta peli es diferente?
Está contada desde la perspectiva de Otilia. No quien aborta, sino quien ayuda a su amiga a abortar. Ella es la protagonista: la que motoriza la acción. Y también quien confronta con sus miedos.
Es una decisión simple, pero inteligente, que le da más posibilidades a la película. Sobre todo al momento de definir a sus personajes en relación con el contexto histórico en el que se encuentran. A ponerles obstáculos.
¿Cómo?
Gabriela, quien lleva adelante el aborto, no puede pensar más que en la situación. En lo que implica para su salud y su futuro. Y comete muchos errores por ello, lo que es comprensible y verosímil. Gran parte de la carga dramática deriva de esos errores. Incluso el conflicto entre ellas.
Su amiga Otilia, en cambio, puede toparse con el peso de la cuenta regresiva al hacer los últimos arreglos previos a la cita. Y con otros obstáculos, algunos producidos por Gabriela, algunos por Adi, el novio de Otilia.
Sobre todo, Otilia puede toparse con otras preguntas: ¿qué pasaría si esto le sucede a ella (o a ti, espectadora)?
De aquí, y del cariño entre ellas, viene la solidaridad, la lealtad que el antagonista y los obstáculos ponen a prueba.
Diseño dramático.
A Augusto Fernandes, mi maestro de dirección de actores, le gustaba hablar de este concepto. Llamaba diseño dramático a todas las decisiones que tomamos al momento de elegir a los personajes de una historia. Y a sus relaciones entre ellos.
Decía que podemos pensar a nuestros personajes como colores. El rojo es siempre más rojo junto a un color blanco, pero cambia sus propiedades junto al azul.
Así como podemos componer paletas de colores, podemos componer a los personajes de una historia.
Los personajes cambian cuando se relacionan entre ellos.
Podemos encontrar colores complementarios para definir protagonistas y secundarios con historias similares, de fácil relación entre ellos. Como Otilia y Gabriela. Dos adolescentes, estudiantes, compañeras de habitación. Dos mujeres diferentes, pero que podrían verse en la misma situación.
O podemos crear una paleta de colores “opuestos” para confrontar al protagonista con su antagonista. Y exagerar esas propiedades que los oponen. Como el caso de Dr. Bebe. Un hombre inescrupuloso, deleznable, que extorsiona a las amigas en el momento de mayor vulnerabilidad para conseguir acostarse con ellas.
Para “exagerar” el opuesto entre el antagonista y las protagonistas, el despreciable Dr. Bebe (abusando de una ética perversa) remarca más de una vez que él no tiene nada que ocultar. En otras palabras, no miente. A diferencia de Gabriela, que le ha mentido con varios detalles importantes.
Como todos los cobardes, cambia su conducta luego de salirse con la suya. Y dejará ese cuarto convencido de que tiene una ética superior a la de las chicas.
Vamos a ver qué pasa en esa habitación de hotel.
¿Cómo trasladamos este diseño dramático a las imágenes?
La puesta en escena está divida en dos bloques, dos esquemas de imágenes.
El primer bloque es sencillo, casi teatral. La cámara apenas se mueve y hay pocos cortes. Se prioriza el blocking: el movimiento de los actores en relación con el espacio, entre ellos, y en relación con la cámara.
Aquí, quien está más cerca de cámara (primer término) tiene mayor tamaño. Luego, más importancia, más peso en el cuadro.
Así dispuestos, Dr. Bebe tiene el control de la situación, y Otilia, nuestra protagonista, está entre él y Gabriela, literalmente. Que se produzca la intervención depende más que nunca de ella.
¿Y cuando Otilia se mueve?
El segundo bloque son seguimientos con cámara en mano (probablemente un easyrig o ducha). Para cuando Otilia camina o corre de un lugar al otro. El director no abandona la idea de secuencia, de sostener los planos, y esto le da cierto vértigo al seguimiento. Algo que se irá incrementando.
Respetando estos dos esquemas sencillos que incrementan la intensidad a medida que la película avanza, el director se arregla para contar la historia y hacernos vivir la ansiedad en sus protagonistas como propia.
Mejora el desempeño.
Esta economía de recursos tiene dos puntos fuertes.
Uno es evidente. Menos puestas de cámara = menos tiempo de rodaje = menores costos. Y trae consigo más tiempo de preproducción. Más correcciones de guion. Más ensayos.
El otro es más sutil. Al trabajar con planos largos, el director, y el director de fotografía, se obligan a optimizar los planos y a organizar la acción alrededor de cada encuadre.
Los actores, a su vez, se obligan a ensayar sus líneas a la perfección. Y por la concentración y la tensión que se produce durante el rodaje de cada escena, también a meterse en personaje y a conseguir buenas interpretaciones.
Pero esta puesta en escena “simple” no solo mejora el desempeño de los actores y el rendimiento en el ritmo de la producción. Además, muchas veces vemos en el mismo plano la acción de un personaje y la reacción de otro. Esto subraya el drama y el realismo de las situaciones.
Y especialmente, aumenta la tensión en los espectadores cuando escogemos aislar a un personaje. Como en el ejemplo que sigue.
Tentativa de juicio.
A la mitad de la película, el Dr. Bebe procede a realizar el aborto y sale. Quedan Otilia y Gabriela en silencio en el cuarto del hotel.
Gabriela le agradece. Y a partir de allí, tenemos un primer plano de Otilia, que siente curiosidad por un par de cosas que han pasado, y comienza a hacer preguntas. Así se entera de lo mal que lo ha hecho Gabriela, y comprende que parte de todo este asunto se ha complicado por “sus ideas”.
Toda la confrontación sucede sobre un plano fijo, lateral y corto en Otilia. Para remarcar un momento extraño, de tensión contenida, de comprender algunas verdades sobre su amiga.
Nos tentamos en juzgarla, aunque Otilia no lo hace.
Luego panea (en un corte imperceptible) para enseñarla dándole el último cigarrillo de la caja a Gabriela, y ayudándola a acomodarse en la cama.
A partir de ese momento, solo resta esperar y descartar el feto.
¿Otilia podría elegir no seguir adelante?
No se trata de su aborto. La situación es demasiado compleja. Se está dejando su intimidad. Se pone en peligro. Y Gabriela le ha mentido (aunque no lo confiesa) y la ha defraudado.
Sin embargo esta pregunta no tiene lugar en la película. Es la convicción de que debe seguir adelante la que la lleva a atravesarlo todo, a no distraerse con nada. (El hombre que abusó de ella ha dejado su documento en la recepción del hotel. Otilia no se demora, se lo guarda y sigue adelante).
A pesar de que le cuesta confiar en su amiga, sabe que Gabriela la ayudaría si esto le sucediera a ella.
¿Tú qué piensas? Comenta más abajo.
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